viernes, 10 de junio de 2011

Discurso por la muerte de un amigo

Perder a un amigo es uno de las experiencias más dolorosas que una persona debe afrontar en la vida. Todos en algún momento sufrimos la pérdida de un amigo y nos resulta difícil aceptar que esa persona, con quien compartimos tantos momentos y a quien confiamos tantas cosas, ya no estará más en nuestra vida.

Aunque la muerte de un amigo nos entristezca el alma y nos deje un inmenso vacío debemos seguir adelante y recordarlo siempre con alegría. Una forma de aceptar la pérdida de un ser querido es despidiéndonos de él y decirle a los demás lo buen amigo que fue y la falta que nos hará.

Si acabas de perder a un amigo y te han encargado realizar un discurso, solo trata de pensar en los recuerdos gratos que pasaste junto a ese amigo, las anécdotas y las alegrías. Procura que todos se enteren lo importante que fue esa persona en tu vida y el gran vacío que dejará su ausencia. No debe ser un discurso largo, pero sí debe expresar muchos sentimientos. Recuerda que no se trata de hacer llorar a los demás, sino también hacerlos sonreír en un momento tan triste. 
A continuación les dejamos un ejemplo de discurso por la muerte de un amigo que les servirá para elaborar su propio discurso según su propia experiencia:
Antes que nada quisiera decirles a todos que nunca pensé en este día. Nunca me imaginé estar aquí. Y nunca me imaginé tener que decir estas palabras frente a ustedes. No sé cuánto pueda resistir estar aquí, pero espero poder decir lo más importante. Al menos prometo hacer el intento.
Como muchos de ustedes saben, (Nombre del amigo fallecido) era mi mejor amigo, el hermano que nunca tuve. Creo que casi nunca hablamos de cómo nos hicimos amigos, pues fue algo muy curioso. Por obra de Dios, nosotros nos conocimos durante un viaje al Cusco, los dos íbamos solos en el tren, a los dos nos había ido mal en el amor, para ser franco nuestras chicas nos habían dejado por otros.
Rápidamente nos hicimos amigos y al regreso a Lima, ambos ya sabíamos nuestra vida entera. Desde entonces, realizamos innumerables paseos, viajes y fiestas. Él siempre fue un hombre alegre y siempre con buena vibra, gracias a él yo me convertí en una mejor persona.
Si mencionara todas las cosas que aprendí de él creo que no acabaría nunca. A él le debo tanto, porque gracias a él tengo la familia que nunca tuve. Él me convirtió en su hermano y me aceptó como su cuñado. Gracias a él conocí al amor de mi vida. No sé qué haré mañana cuando llegue al trabajo y no reciba su llamada diaria contándome algún chiste nuevo. Me siento muy extraño, todavía hay momentos en los que me parece que todo esto fuera una pesadilla.
Pero cuando me doy cuenta que esto es real, lo único que me reconforta es saber que él está mejor donde está, que desde arriba él me acompañará a dónde vaya hasta que volvamos a reunirnos y reír juntos como solíamos hacerlo.

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